jueves, 14 de abril de 2011

¡¡ESTAMOS CHIFLADOS!!

   En la entrada anterior finalicé colocando un corto muy divertido, en el que observamos como lo diferente no significa inferior a los demás, simplemente diferente. Pues hoy me gustaría, que nos diéramos cuenta de los juicios que hacemos de las personas a las que conocemos. En muchas ocasiones tendemos a prejuzgar hechos, a juzgar las intenciones de las personas; en el caso de los maestros este peligro también existe en el aula con respecto a un alumno y su familia. Podemos llegar a concluir o tomar decisiones equivocadas por falta de datos, por no empatizar. Podemos acabar pareciendo unos chiflados, por esto transcribo una columna de opinión de Rosa Montero que fue publicada en el periódico "El Pais" con fecha de 17/05/2005, titulado "El Negro no Entiende":

   "Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa: Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja.
  
   De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella.

   Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.

   Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y los consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, los observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: Pero qué chiflados están los europeos."

   Me despido con otro vídeo que tiene su gracia:

1 comentario:

  1. Estimado Alfredo, me alegra ver una entrada así publicada. Muy buena, y se la recomiendo a todos que la lean, especialmente a los europeos. ¡Qué razón tiene!, pues pienso que el 99% de los casos suele ser cierto. No podemos juzgar a nadie, y menos sin tener datos ni circunstancias, es más, ¡no somos nadie para juzgarlos!y siempre solemos equivocarnos, imaginando cosas que ni siquiera son reales o ciertas. Que complicados somos que a veces hacemos una bola de lo que no es, y que encima poco a poco vamos agrandando con esos juicios o prejuicios que hacemos.
    El anuncio, me parece que es de los mejores que he visto. Le doy un 10.

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